(Harry)
Estaba
un poco cansado de probarme trajes en todas las tiendas del centro comercial,
no nos poníamos de acuerdo, el que la gustaba a ella no me convencía a mi y al
revés.
-
Venga, pruébate este, el último lo prometo.-decía Carol riendo mientras me
empujaba al probador con otro pantalón, una camisa y una americana.- Seguro que
este es el adecuado.
-
Llevas diciendo eso de los últimos cinco.-protesté cerrando la cortinilla del
probador.
-
No te quejes tanto y date prisa, anda.-dijo ella desde fuera.
-
¿Y bien? –dije saliendo con un pantalón negro, una camisa blanca y la americana
negra también. Me indicó con el dedo que girara sobre mí y lo hice.
-
Este es, Hazza, estás guapísimo.-dijo sonriendo.
-
¿Tú crees? –pregunté mientras me miraba en el espejo. La verdad es que este era
el mejor de todos los que me había probado.
-
Palabra de Rubia.-dijo riendo.
-
Entonces creo que me lo llevaré.-dije entrando de nuevo al probador para
cambiarme.
-
Creí que no terminaríamos nunca.-dijo mientras pagaba.
-
Y no hemos terminado.-me miró extrañada.- Vamos a buscarte un bonito vestido
que deje esta noche a mi querido Boo Bear con la boca abierta.
-
De eso nada, tengo mucha ropa en casa.-empezó a decir pero no la dejé terminar.
-
Cierra la boca y camina.-miré el reloj.- tenemos exactamente una hora para
encontrarlo.
Resopló
y fuimos a una de las tiendas de ropa para chicas que había por allí. Empezamos
a mirar ropa cada uno por un lado para tardar menos tiempo, quedamos en vernos
en frente de los probadores, a los quince minutos, llegamos, yo con cuatro
vestidos, ella con ninguno.
-
Esta actitud no me gusta, señorita.-dije riendo.
-
Ya te he dicho que no necesito nada, además solo es una cena.-replicó.
-
No, no, no. Es LA cena.-hice hincapié en esa palabra.- Y tú tienes que estar
más preciosa que de costumbre así que, venga, para adentro.-dije dándola los
vestidos y a regañadientes se metió en el probador. Al rato salió con un
vestido blanco por la rodilla, de tirantes y entubado.- No me gusta.-dije.-
Siguiente.-ella rió haciéndome caso El siguiente era azul cielo, con un poco de
vuelo.-
-
¿Qué tal este? –preguntó mirándose.
-
No sé, es demasiado…¿cómo decirlo? –me quedé pensando en la palabra que buscaba.
-
Parece que aún voy al colegio.-dijo y reímos.
-
Te doy la razón, siguiente por favor.-volvió dentro y salió con un vestido
rojo, bastante corto y con escote.- Ese es demasiado atrevido.
-
Pues a mí me gusta, Harold.-se miraba en el espejo.
-
De ninguna manera.-negué con la cabeza.- Queremos que le dejes con la boca
abierta no que tenga que estar pendiente de que los demás tíos del restaurante
no te miren demasiado.
-
Ag, está bien, este tampoco.-entró al probador de nuevo y salió con el último,
un vestido verde con la espalda al aire y algunos volantes por delante.- ¿Cómo
lo ves?
-
No me gusta el color.-inmediatamente recibí un golpe por su parte en el brazo.-
Auch.
-
¿Por qué demonios lo has cogido si no te gustaba el color, eh? –dijo poniendo
los brazos en jarra, me encogí de hombros riendo.
-
Para darte tanta lata como tú a mí con los trajes.
-
Eres un.-no la dejé terminar.
-
Chico estupendo, y me adoras, sí, lo sé.-
-
Creído.
-
Tonta.-y los dos reímos.
-
¿Y ahora qué? Este era el último.-dijo.
-
Hm, espera aquí, voy a mirar de nuevo.-dije y asintió con la cabeza. Al ratito
volví con otro vestido en la mano.- Pruébatelo.
Se
quedó con ese vestido y salimos del centro comercial, ya habíamos cumplido
nuestra misión y la llevé hasta su casa.
-
Gracias por acompañarme, Rubia.-dije.
-
No ha sido nada, lo he pasado bien y todo.-dijo riendo.- Nos vemos mañana.-me
dio un beso en la mejilla y salió del coche. Bajé la ventanilla.
-
Y recuerda: haz que no quiera que esta noche acabe.-dije guiñándola un ojo.
-
¡Harry! –gritó ella, regañándome.
-
Suerte, Rubia.-dije antes de arrancar y ponerme camino de mi casa.
(Carol)
Entré
en casa y Rober estaba tirado en el sofá, viendo la tele, iba justa de tiempo
por lo que le saludé rápidamente y subí directamente a mi habitación, dejé la
bolsa con el vestido y me metí en la ducha. Después me puse a secarme el pelo,
lo dejé completamente liso y arreglé mi flequillo, me maquillé un poco y me
vestí. Cogí un pequeño bolso del armario para llevar lo esencial: el móvil y la
cartera aunque supuse que no me dejaría pagar la cena de esta noche, ni
siquiera a medias. Miré el reloj, faltaban quince minutos para las nueve, me
puse los zapatos de tacón negros que hacían juego con el vestido y saqué del
armario un abrigo negro también, lo cogí todo y bajé al salón, a esperar que
Louis viniera a por mí.
-
Vaya, ¿dónde vas tú tan guapa hoy, enana? –
-
A cenar.-contesté.- Con.-hice una pausa.- Louis.-sonreí.
-
Oh que bonito.-dijo.
-
No seas idiota, es una simple cena de amigos.-dije rápidamente. Para mí no era
una simple cena, eso estaba más que claro.
-
Apuesto a que esta noche no terminaréis como amigos precisamente.-dijo alzando
las cejas.
-
Cállate.-dije.- ¿Y tú qué? ¿No sales hoy?
-
En un rato me voy con lo chicos de mi clase, hay fiesta en casa de
uno.-contestó.
-
Uh, que peligro.-dije riendo y en ese momento sonó el timbre. Fui a abrir y me
encontré una vez más con su impecable sonrisa.-
-
Estás preciosa, pequeña.-dijo. “Pequeña”. No, Lou, “pequeña” no, que me enamoro
más. No me había vuelto a llamar así desde que lo dejamos y que lo dijera de
nuevo me traía un montón de recuerdos.
-
Tú también estás muy guapo, Lou.-Algo totalmente cierto. Un pantalón azul
marino, camisa y zapatillas blancas y americana a juego con los pantalones.
-
Gracias.-rió.- ¿Nos vamos? –asentí, cogí las llaves de la entrada para
guardarlas en el bolso y me puse el abrigo.
-
Pasadlo bien pareja.-gritó mi primo desde el salón y salimos de allí.
(Louis)
Decidí
ir a buscarla andando en vez de en coche, aunque refrescaba un poco al estar ya
en octubre no hacía mucho frío y en una media hora más o menos estaba frente a
la puerta de su casa. Llamé al timbre y en seguida me abrió la puerta. Estaba
preciosa, llevaba un vestido negro sin mangas que la llegaba por las rodillas,
con un poco de vuelo en la falda y un lazo rosa en la cintura, el pelo liso,
sin demasiado maquillaje, como normalmente, una raya negra fina que hacía
resaltar sus ojos verdes y los labios rosas.
-
Estás preciosa, pequeña.-No sabía si había hecho bien en volver a llamarla así,
pero me había salido solo.
-
Tú también estás muy guapo, Lou.-
-
Gracias.-reí.- ¿Nos vamos? –pregunté a lo que me respondió asintiendo con la
cabeza, cogió las llaves, las guardó en su bolso y se puso el abrigo.
-
Pasadlo bien, pareja.-escuché la voz de su primo y salimos de casa.
-
No he traído el coche.-dije en la calle.
-
No importa, sabes que me gusta caminar.-sonrió y empezamos a andar camino del restaurante que había
elegido para aquella ocasión.
El
tiempo pasaba demasiado deprisa cuando estaba con ella y cuando nos quisimos
dar cuenta, estábamos fuera del restaurante, caminando el uno al lado del otro,
sin dejar de hablar, sonreírnos, mirarnos o reír, en dirección a su casa. Nos
sorprendió una tormenta, dejándonos a los dos empapados.
-
Maldito tiempo de Londres.-dijo ella.
-
¿Y ese vocabulario, pequeña? –bromeé.
-
¿Tú has visto cómo estamos? No nos ha dado tiempo ni a correr a refugiarnos.-me
encogí de hombros.
-
Esto es así, ya lo sabes.-reímos.
-
Creo que no es la primera vez que llegamos empapados.-dijo mientras seguíamos
andado, a punto de llegar a su casa.
-
Cierto.-reí recordando aquel día.- Desde aquel día te colaste en mi cabeza, no
sé cómo, pero lo hiciste.-dije mientras metía la llave en la puerta, se giró y
pude comprobar que sus mejillas habían cogido un leve tono rojizo, sonrió
tímida. No dijo nada, solo me miró a los ojos mientras yo acariciaba levemente
su mejilla, besé su frente y me di la vuelta para irme a mi casa. Una voz en mi
cabeza me decía que corriera hacia ella y la besara, y otra decía que siguiera
mi camino, que no estropeara lo que había conseguido estas últimas semanas. Me
tenían hecho y un lío y no sabía que hacer, tenía que tomar una de las dos opciones rápidamente.
(Carol)
-
Cierto. Desde aquel día te colaste en mi cabeza, no sé cómo, pero lo
hiciste.-escuché a mis espaldas mientras abría la puerta de casa.
En
seguida noté que el calor se había depositado en mis mejillas, no podía decir
nada, no me salía ninguna palabra para poder contestarle a eso, solo me quedé mirándole,
perdiéndome una vez más en sus ojos, acarició mi mejilla para darme después un
beso en la frente. Un beso de despedida ya que a continuación se dio la vuelta
para irse. Entré en casa pero antes de cerrar la puerta, le vi acercarse a mí
con paso decidido. Paró un segundo frente a mí antes de poner su mano en mi
cuello, haciendo que nuestros labios volvieran a juntarse después de tanto
tiempo. Recordaba a la perfección ese sabor del que era dueña unos meses atrás.
Un beso deseado por los dos, un beso desesperado que hacía que mi corazón
latiera tanto que parecía que en cualquier momento iba a salirse de mi pecho.
La falta de aire hizo que nos separáramos tan solo unos milímetros, dejando
nuestras frentes juntas.
-
Será mejor que me vaya.-dijo casi rozando nuevamente mis labios, respirando con
dificultad.
-
Quédate.-pedí en un susurro.
No
necesité repetirlo. Volvió a besarme mientras con la mano que le quedaba libre
cerraba la puerta. Caminamos por el pasillo hasta las escaleras sin dejar de
besarnos, ahora que había vuelto a tener sus labios entre los míos no pensaba
dejarlos escapar otra vez. Me deshice como pude de su chaqueta para ocuparme
después de los botones de su camisa, dejándola tirada por los escalones
mientras me llevaba en brazos hasta la habitación. Reí sobre sus labios al ver
que tenía un pequeño problema con la cremallera de mi vestido, algo que
solucionó rápido, para besarme otra vez. Un beso más desesperado todavía que
los anteriores, lleno de amor y de deseo que nos hizo caer en la cama. Él, sobre
mí, hizo desaparecer como por arte de magia mi ropa interior mientras yo me
encargaba de sus pantalones. Aquella noche volví a ser completamente suya y él,
totalmente mío.
(…)
Abrí
los ojos y sonreí. ¿Había sido un sueño o había ocurrido realmente? Me
incorporé y vi el vestido que había llevado la noche anterior a los pies de la
cama, había pasado y sonreí más al recordarlo todo de nuevo. En mi mesilla
había un papel con algo escrito, cogí la nota y la leí.
“Buenos
días pequeña. Me hubiera gustado estar aquí cuando despertaras y darte el
primer beso del día pero el deber me llama, ya sabes que soy
supermaaaaaaan.-Reí leyendo esto último.- Gracias por lo de anoche, fue
maravilloso. Nos vemos esta noche en los premios. Te quiero.
P.D.:
Creí que ya no lo tenías.”
Me
quedé pensando un momento a qué se refería con esto último cuando vi en la
mesilla el colgante que me había regalado él, el que tenía una “L”. Desde el
día que me lo dio nunca me lo había quitado, tan solo en ocasiones como las de
anoche en las que sabía que él estaría y la ropa no lo taparía.
Salí
de la cama para poner algo de música a todo volumen y me metí a la ducha,
cantando casi a gritos.
-
Parece que nos hemos levantado de buen humor.-dijo mi primo cuando salí de la
ducha envuelta en una toalla.
-
¿Llegas ahora? –pregunté.- No he escuchado la puerta.
-
No me extraña, tienes la música a tope.-rió.
-
¿Qué tal tu fiesta?
-
Bien, muy bien. ¿Y tú qué? ¿Acabasteis como amigos o tenía yo razón? –no pude
evitar sonrojarme mientras una sonrisa volvía a aparecer en mi cara.-
-
Idiota.-dije riendo dándole en el brazo.-
-
O sea que Lou y tú anoche…-dijo dejando la frase en el aire mientras hacia un
movimiento con las cejas.
-
Largo de aquí, voy a vestirme.-dije empujándolo sacándolo del baño.
-
Ya, ya, cambia de tema.-dijo riendo y cerré la puerta, apoyando la espalda en
ella y suspiré sin dejar de sonreír.
Estaba
como en las nubes, flotando, como en otro mundo. Desde hacía muchos meses
volvía a sentirme feliz y la culpa era de él.
~
¡Hola, hola! Aquí estoy de nuevo. Espero que no se os haya hecho muy larga la espera de este capítulo y espero que os haya gustado, sin ninguna duda es uno de mis favoritos. No tengo mucho más que deciros a parte de que sois las mejores lectoras que alguien pudiera tener y que muchas gracias por leer, por vuestros comentarios y por apoyarme siempre. Os quiero.
Sarai.